Sabías que, cada argentino, con actos cotidianos e inofensivos, emite en promedio 5,71 toneladas anuales de CO2 (el principal responsable del calentamiento global)?.
Cifra que está por debajo de las 20 toneladas anuales que produce un ciudadano norteamericano, con su vida consagrada al dios consumo.
Y es prácticamente la mitad de lo que emiten los ingleses (11,5 t).
Las diferencias entre las huellas de cada país radican tanto en el nivel de emisiones de los sectores productivos como en el estilo de vida de sus habitantes.
Llamamos cambio climático al aumento de la temperatura terrestre –y su puñado de consecuencias nefastas– provocado por la emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.
Justamente, por estos días, en Copenhague, Dinamarca, los líderes del mundo industrializado y los representantes de países en vías de desarrollo discuten de qué manera reducir las emisiones para evitar que el termómetro global se eleve dramáticamente.
En ese contexto, el CO2 se ha convertido en el enemigo público número uno. Y la pregunta es: ¿qué podemos hacer para reducir nuestras propias emisiones? ¿Qué dieta de carbono tenemos que hacer?
Centrifugar la ropa, por ejemplo, implica un aumento de emisiones que podría evitarse. Los especialistas de la Secretaría de Medio Ambiente recomiendan hacerlo sólo en situaciones de urgencia y separar las prendas de algodón de la ropa pesada para gastar menos energía.
Gran parte de la basura que se genera es recuperable o reciclable. El vidrio es reciclable al 100%. Por cada botella que se recicla se ahorra la energía necesaria para mantener un televisor encendido 3 horas.
La fabricación del aluminio es uno de los procesos industriales de mayor consumo energético y de mayor impacto ambiental. Por lo tanto, moderar la utilización de papel de aluminio.
En el baño, el ahorro de agua conlleva al ahorro energético, ya que el agua es impulsada hacia nuestras viviendas mediante bombas eléctricas. No dejar los grifos abiertos si no los necesitamos. Evitar goteos y filtraciones.
Ocuparse del auto, mantenerlo, apagar el motor en una parada de más de un minuto, conducir de manera uniforme y, directamente, no utilizarlo para desplazamientos cortos también reduce las emisiones personales. Usar la bicicleta.
Muchos aparatos, entre ellos los televisores, videos, microondas, equipos de audio, de aire acondicionado y computadoras personales continúan consumiendo energía eléctrica aún en stand by. La suma de estos pequeños consumos puede alcanzar un valor significativo. Si los desenchufamos, la huella per cápita bajará.
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