sábado, 1 de mayo de 2021

DESCONCIERTO

Quizá sea un poco autorreferencial, pero quiero compartir una experiencia: Transcurrí por segunda vez mi cumpleaños en pandemia. 
Y he podido advertir, que a pesar de los importantes avances tecnológicos, científicos y la posibilidad fantástica que nos ofrece el internet para acceder a la noticia prácticamente en el instante que está sucediendo, todas estas maravillosas herramientas, no están a la altura, ni pueden competir con el elevadísimo nivel de estupidez humana. 
Como se puede comprobar, a un año de cuarentenas, restricciones, medidas sanitarias, aislamiento, barbijos, alcohol en gel, sanitizantes, vacunas!!! Estamos peor que al comienzo...
Desazón. 
Toda mi familia es covid positivo. Gracias a las dos dosis de la Sputnik V yo soy negativo de covid.
Pero mi reflexión es una pregunta, o mejor, un sentimiento de curiosidad:
¿Estamos preparados para manejar a nuestro favor, tan fabulosas herramientas? 
¿Somos una civilización realmente, civilizada? 

Mí salud depende de algunos grupos individualistas y egoístas, que hablan de libertad, de "plandemia" y aseguran  que con la vacuna (menos la pfizer) te ponen un chip para controlarte y que la pandemia y sus muertos no existen.
..¿Tendremos la rapidez intelectual para evaluar éstos acontecimientos, antes que nuestra extinción inicie?
Espero que si. 
Este planeta que llamamos Tierra pero del espacio se ve celeste,  es un lugar hermoso para ser habitado.
Si se logra la práctica de la empatía, de la conciencia y el respeto social, tendremos una oportunidad. Mientras tanto solo podremos sobrevivir aplastando, invisibilizando y descartando al otro, hasta que llegue nuestro turno de ser aplastados, invisibilizados y descartados.
Es claro, es evidente que no superaremos esto solos. Necesitamos la acción colectiva, grupal, organizada, de una nueva civilización con conciencia social. 
Si de ésta experiencia no salimos mejores... Solo quedará un pequeño recuerdo de lo que fuimos, debajo de la alfombra del universo.





viernes, 2 de abril de 2021

EL AGUA COTIZA EN BOLSA

Más de doce meses de pandemia. Para ser exactos 15 meses (...maso).
Es lógico pensar que algo hemos aprendido, algo hemos cambiado en nuestros hábitos y también hemos sufrido bastante. Podemos sentirnos dignamente agobiados, cansados, pero sin intenciones de bajar los brazos. Porque la esperanza es lo último que se pierde y queremos recuperar algo de lo que hemos perdido.
A más de un año en pandemia y con las vacunas de por medio, debemos redoblar esfuerzos porque en esto de no ponernos de acuerdo de si la economía es más importante que la salud, que la libertad debe prevalecer si nos quieren encuarentenar, de que prefiero tomar lavandina antes de vacunarme y que me coloquen un chip que me transforme en troskista, y la mar en coche.
Al borde de mí capacidad de mantenerme medianamente civilizada y emocionalmente saturada, me doy cuenta que hay quienes enloquecieron peligrosamente, antes que yo. 

En Wall Street, en el mercado neoyorquino de futuros, comenzó a cotizarse el agua en diciembre de 2020, un giro “peligrosísimo” para el acceso de los más pobres al recurso, según el relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho al agua y al saneamiento, Pedro Arrojo. La tendencia del mundo moderno ha sido reducir el agua a su aspecto económico.

Esto es inexplicable. Puedo imaginar también, tener que comprar algunos kilos de aire y otro tanto de sol cuando voy al súper a comprar arroz, pan, huevos... 

El agua, es un recurso necesario para aliviar la sed, para la salud, la producción de alimentos, la generación de electricidad y diversos usos industriales, entre muchos otros usos humanos. Su valoración en términos de dinero infravalora o ignora aspectos difíciles de traducir en una cantidad monetaria.

La falta de conciencia en su papel clave para la existencia misma, es la principal causa de su mal uso y desperdicio. Reconocer, medir y expresar el valor del agua e incorporarlo en la toma de decisiones son fundamentales para lograr una gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos. 

Creo que algunos han enloquecido, creo que el virus no es tan peligroso para nuestra civilización como lo somos nosotros mismos. Creo que podemos descivilizarnos para crearnos nuevamente como simples integrantes de la naturaleza, aprendiendo otra vez que todos somos parte del cuidado de un planeta que llamamos Tierra pero su mayor porcentaje es agua.


sábado, 20 de febrero de 2021

SIEMPRE ELLAS

Las mujeres siempre las más afectadas, en este desarrollo de la pandemia. La tasa de desempleo de la mujer en América Latina y el Caribe alcanzó a 12 por ciento en 2020, pero sería casi el doble si se consideran las cifras de mujeres que trabajaban antes de la pandemia.
Numerosas son las que lucharon y luchan en la primera línea de contención al virus que azota a toda la población del planeta. La mayoría de les enfermeres son mujeres y muchas de ellas han dejado la vida cumpliendo su trabajo. Otras tantas han abandonado sus distintos trabajos por la necesidad de cuidar algún familiar enfermo.
Las que trabajan en salud tienen extensas jornadas laborales, exponiéndose así a un mayor riesgo de contagio. Las que no trabajan en salud se vieron forzadas a tomar la drástica decisión de abandonar su trabajo para hacerse cargo del cuidado de los hijos en edad escolar o de algún familiar mayor especialmente los ancianos o familiares en grupo de riesgo.

Los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son 23% inferiores a los de los hombres del mismo sector. El trabajo doméstico remunerado, que se caracteriza por una alta precarización y por la imposibilidad de ser realizado de forma remota, ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis.


Previo a la pandemia, alrededor de 13 millones de personas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado (91,5 por ciento mujeres), y en total ese sector empleaba a 11,1 por ciento de las mujeres ocupadas en la región.

La pandemia acentuó las diferencias, los problemas, la pobreza.


Las mujeres que siguen luchando por sus derechos en pleno siglo XXI continúan sin bajar los brazos, sin darse por vencidas, abriendose camino en un mundo machista y pandemico, resistiendo, firmes en sus convicciones, sin dejar de soñar con un mundo más equitativo para todos.