Nació en Chascomús el 12 de marzo de 1927. Fue presidente de la Nación desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el 8 de julio de 1989.
falleció el 31 de marzo de 2009.
La muerte del ex presidente Raúl Alfonsín implica una enorme pérdida no sólo humana sino también para la política nacional, y convoca a la reflexión sobre los déficit que sigue presentando la democracia.
Raúl Alfonsín fue un político de raza y un hombre profundamente identificado con la Unión Cívica Radical, el partido más antiguo de la Argentina. Militó en esa organización desde su juventud hasta su muerte, con convicción y energía admirables. Como todo político, como todo hombre, tuvo aciertos y cometió errores y sus acciones son juzgadas en forma diversa según las perspectivas de los observadores. Pero, como pocos participantes de la escena política local, concitó en forma casi unánime un respeto que muchos dirigentes seguramente anhelan.
Alfonsín ganó las elecciones de 1983 ante una sorpresa casi generalizada que también invadió a no pocos de sus propios partidarios. Durante su campaña utilizó en forma reiterada el texto del Preámbulo de la Constitución, transmitiendo su fervor cívico y su confianza en la democracia que se inauguraba.
Tenía una confianza quizá excesiva en que la democracia podía, por sí misma, satisfacer las necesidades económicas y sociales, lo cual seguramente contribuyó a los déficit en cuestiones prácticas de su gestión.
Pero es innegable que Alfonsín tuvo que lidiar con tiempos difíciles, con una pesada deuda externa, con la resistencia de sectores militares para aceptar el nuevo régimen político y con una oposición que muchas veces esgrimía cuestionamientos fundamentados pero que en muchas otras no asumió la gravedad de la situación que se transitaba.
En ese contexto, el presidente Alfonsín impulsó los procesos judiciales contra los ex comandantes de las Juntas militares que habían gobernado el país, con lo cual instauró el criterio de rechazo a la impunidad y de considerar a la democracia como un sistema que debía establecerse y no como un interregno más entre gobiernos de facto, tal cual había sido en el pasado.
Como parte de su política de consolidación democrática, promovió un acuerdo estratégico de orden político y económico con Brasil, que estaba también saliendo de un régimen militar. Este acuerdo derivaría, años después, en el Mercosur y sería un punto de partida para una corriente regional de democratización e integración. Estas iniciativas instalaron en la sociedad valores de respeto a los derechos humanos y a la institucionalidad que no formaban parte del acervo político y cultural, tanto nacional como regional.
Ya como ex presidente y líder del radicalismo, Alfonsín realizó un pacto político con Carlos Menem para la reforma constitucional, un acuerdo que mereció objeciones y fue, probablemente, el punto más criticado de la trayectoria de este gran dirigente.
Alfonsín tuvo una constante preocupación por la negociación y el diálogo, como parte de su propósito de consolidar la democracia y de promover una cultura política opuesta a la del enfrentamiento y la violencia que había predominado hasta la restauración democrática. Esta opción le valió numerosos reproches, aun de sus allegados, especialmente cuando la aplicó en las tratativas con militares golpistas.
Hombre político cabal, Alfonsín seguramente querría que no sólo se lo recordara, sino que su programa de democracia, diálogo y negociación, fuera retomado por los gobiernos y la dirigencia nacional en su conjunto. Su legado adquiere, de tal modo, una absoluta y renovada vigencia, en tiempos en que gobernantes y no pocos opositores, recurren a la política de la confrontación y la intolerancia degradando el sistema que tanto costó consolidar.
La muerte de Raúl Alfonsín es una gran pérdida para el país. Deja un mensaje de valoración de la democracia, la negociación y el diálogo, que instauró como contracara al pasado de violencia. Un legado que merece ser tenido en cuenta por quienes recurren al enfrentamiento y la intolerancia.
Bella Quinteros del Solar, comentando el impacto de este acontecimiento.
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