miércoles, 18 de febrero de 2009

LOS "SUPER" MENOS...

http://www.promociondesalud.gov.ar/img_cantinas/supermercados_jumbo_072007.png

HOY VAMOS A CONVERSAR UN POCO SOBRE ESTAS COSTUMBRES TAN ARRAIGADAS Y COTIDIANAS QUE REALIZAMOS DE MANERA TAN AUTOMATICA QUE CASI NO NECESITAMOS PENSARLAS…
LAS PERSONAS QUE COMO NOSOTROS HABITAN CIUDADES, TENEMOS A MANO MUCHAS MAS COMODIDADES "ENTRE COMILLAS", MUCHOS MAS NEGOCIOS PARA COMPRAR LO QUE NECESITAMOS
ENTRE ELLOS LOS FAMILIARES SUPERMERCADOS….
DE TODAS LAS AMAS DE CASA DE ZONA NORTE, VECINAS…
PODRIAMOS IMAGINARNOS EL NO TENER UN SUPERMERCADO CERCA?
MMMMMM CREO QUE NO.
El mercado agroalimentario es un mercado globalizado, oligopólico y a la vez intervenido políticamente, y por mucho que se piense en nada más que en comer cuando entramos en el supermercado a hacer la compra, la realidad es que ESTAMOS realizando un acto que condiciona la salud, el medio ambiente y la vida de muchísimas personas y grupos humanos, porque está participando en un sistema que organiza y ordena todo maximizando y privatizando los beneficios en muy pocas manos, y a la vez socializando los gastos y sufrimientos.

Cuando compramos comida estamos determinando no sólo un modelo de consumo sino también de distribución y de producción, y por tanto marcando las condiciones de trabajo y de vida de las personas que trabajan la tierra y producen los alimentos.

HABIAMOS TENIDO EN CUENTA TODAS ESTAS IMPORTANTES CUESTIONES? …
ESTAMOS CONDICIONANADO LA FORMA DE VIDA DE MUCHAS PERSONAS QUE NO CONOCEMOS PERO QUE VIVEN DE LA TIERRA .CON EL SIMPLE HECHO DE COMPRAR NUESTRA COMIDA, ESTAMOS ELIGIENDO UN MODELO DE CONSUMO.
SI COMPRAMOS MARCAS NACIONALES O A EMPRESAS EXTRANJERAS. ..
SI COMPRAMOS A UNA MULTINACIONAL O A UN GRUPO DE CAMPESINOS
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POR OTRO LADO
La naturaleza es tratada como un saco sin fondo del que podemos extraer recursos y en el que podemos depositar residuos, a voluntad, en función de las necesidades que plantee el proceso productivo, que en gran parte de los casos poco tienen que ver con las verdaderas necesidades humanas.
En este sentido ha llegado la hora de revisar nuestra relación con el entorno y la integración HUMANA EN EL MEDIO
Lejos de mejorar el nivel de satisfacción y el bienestar de la especie, el incremento del consumo se está viendo no sólo que produce alienación económica y social, sino que está en el seno de gran parte de los problemas ambientales, culturales y EMOCIONALES de los habitantes del planeta.

¿Y en qué sentido debería entonces avanzar la relación del ser humano con el entorno?. Si bien es cierto que no es fácil aventurar un modelo que solucione rápidamente todos los problemas que el mal llamado desarrollo agrícola ha venido generando, sí parece que viene siendo necesaria una profunda reforma agroecológica que contemple elementos clave en la relación tradicional del ser humano con la tierra, y nos aleje de la mercantilización de la supervivencia de la especie. En esta línea debemos apuntar hacia la recuperación del saber indígena y campesino, entendido como un saber local, colectivo y que se basa en un diálogo natural y social y no en un saber estrictamente científico, aséptico y estandarizado. Es por tanto la hora de plantearse hasta qué punto la ausencia de lo sagrado, la desconexión de la vida y la falta de respeto y reconocimiento hacia la naturaleza que la sostiene, está marcando nuestro camino como civilización y nos está alejando de nuestra capacidad innata de supervivencia, en la medida en que las construcciones racionales (entre ellas todas aquellas sobre las que se basa el cientificismo económico) se convierten en un fin en sí mismo.
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Pero si recuperamos el objetivo original de la economía, centrado en la satisfacción de las necesidades humanas, y no en lograr el máximo beneficio privado, comenzaremos a transitar por una senda en la que deban revisarse obligatoriamente conceptos como producción, consumo, etc. Si recuperamos la consideración del ser humano como especie habitante del medio natural y no como un conjunto de “actores económicos” exclusivamente, no tardaremos en buscar una mayor conexión con el entorno y pretender formas de organización y de hábitat más coherentes con los recursos reales con que contamos. Para ello es imprescindible actuar a pequeña escala, a nivel local, comunitario, en una integración con el medio ambiente, y con sentido de hermandad para con las otras criaturas del mundo.
Debemos tener un sentido del respeto y del límite, permanecer a una escala que no domine al medio ambiente, mantener el sentido colectivo. En este sentido, y partiendo de la base de que la transformación pasa por la modificación de nuestra conducta individual, la apuesta colectiva por desarrollar alternativas de alimentación más responsable con el entorno natural y social así como por favorecer la toma de conciencia respecto al alcance de nuestros hábitos de consumo representa un pilar fundamental sobre el que construir el nuevo camino.

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